- ¿ Puedes prologar mi libro ? dijo, (acompañada la
pregunta de esa enigmática sonrisa suya que a veces
te hace dudar si habla en serio, o no )
- ¿ de verdad ?...pregunto
- ...de verdad amigo..
Nuestras sombras alargándose y desapareciendo una y
otra vez en el pavimento mojado, como una metáfora,
bajo los faroles del barrio Lastarria. Fino gesto, tregua
de amanecida nos regaló esa lluvia de Agosto.
Un calorcillo del Maipo me abría la mollera, mientras
Peralta con su voz profunda multiplicada en los muros
me hablaba desde todos los rincones; historias, tiempos,
hombres, princesas en verso. Un abrazo y luego se perdió
en la noche, de negro, camisa blanca, como siempre..
Nada sencillo contener a Peralta en una página. Como
atrapar al viento, creo. Intento hablar de sus letras pero
me resulta difícil desvincularlas de su personalidad que
impregna lo que toca y lo que le rodea. Me interno en su
lírica y al poco andar asoma su alma grande, de observador
crítico, que entre sus mejores armas lleva el humor como
una lanza de altura mayor..
El libro que nos propone Eduardo es una muestra de su
generosa historia en la música, planteado en una modalidad
inédita; una dimensión, los textos de sus notables canciones.
Un acto valiente que implica desnudar y exponer el
pensamiento escrito sin el ropaje seductor y cómplice de la
música. Esto es, tomar la mitad, o parte, de ese todo canción,
separarlo y dejarlo sobrevivir con sus propios códigos, sin más.
Una reunión de palabras huérfanas, arrancadas de su reino de
ecos, bullicioso y bohemio. Hijas de un sueño tridimensional,
ahora solitarias, como ángeles en exilio o aves liberadas, no lo sé.
Ordenadas para iniciar esta nueva vida, de claustro, entre hojas
y estanterías.
Palabras criadas, acostumbradas al abrazo cálido en la voz
de su trovador y a la danza de acordes de su guitarra. Ahora
vivirán sin melodía, sin nadie a su lado, solas, por primera
vez en el mundo.
En su oficio Peralta, como tantos trovadores en la historia, ha
compuesto, escrito y modelado canciones, con dos materiales,
lejanos en su origen y naturaleza, los que unidos por la alquimia
del autor siempre buscan ser más que la suma de ambos.
Las letras de las canciones son partes de un género, pero, en si
mismas algo distinto a la poesía, aunque muchas de ellas tomen
elementos y formas de esta última. – palabra escuchada
- palabra leída - Es por eso que la mayor parte de las canciones
que conocemos no siempre resistirá en buen pie si se las separa
de su melodía, su hábitat.
Pues bien, en este libro podremos apreciar algo único, propio
de la mejor canción de autor o trovadoresca. Un autor excepcional,
capaz de reinventar su mensaje, dirigiéndolo ahora a nuestros
ojos y ya no a nuestros oídos, una relación distinta con el
espectador que provoca una nueva revisión de su obra, con otros
ojos - literalmente - algo diferente, pero igualmente interesante
como sus canciones. Sin duda, un vinculo inexplorado, un desafío
que el verso de Peralta asume con propiedad.
Al leerlo y releerlo confirmo que es una experiencia buena para
el espíritu, un camino que sorprende, emociona y hace reír
con ganas también.
Eduardo Peralta, trascendente y cotidiano, tiene la formidable
capacidad de transportarnos con sus relatos, subidos en aires
de ironía, humor, crítica social, amor y ternura. Un denominador
común; su ingenio, su humor inteligente, el verso de sólida factura,
que recoge y recrea las mejores tradiciones en su privilegiada pluma.
Un auténtico juglar moderno, cercano y universal, habitante de
tiempos y lugares que insinúa, y uno presiente. Ciudadano del
mundo, atento y comprometido con su entorno. Peralta, por mucho,
es el más lúcido letrista de canciones contemporáneo y entre los
máximos exponentes de la canción de autor en Hispanoamérica.
Chapeau Maestro..
Fernando UBIERGO
(Prólogo del libro 100 CANCIONES, de Eduardo Peralta, editado
por GENUS S.A. y lanzado en la Sala de las Artes de la Estación
Mapocho, en el marco de la Feria del Libro de Santiago, el 1 de
noviembre 2007, en un concierto a teatro lleno del trovador
junto a sus amigos Carmen Prieto y Felo)